El pasado 14 de marzo pudimos disfrutar de una clase introductora a las humanidades digitales, impartida por el profesor Sebastián Miras. En ella, Miras nos tendió un puente hacia todas las posibilidades que nos ofrecen las humanidades digitales a la hora de realizar nuestros estudios. Sabemos, y también lo afirmó el profesor, que intentar abarcar todo el fenómeno literario en su totalidad es imposible, pero es cierto que los estudios literarios digitales presentan una oportunidad de acoger un corpus de obras literarias mayor. En este sentido, creo que el objetivo de Miras fue el de enseñarnos herramientas y recursos a los que podemos acceder fácilmente a través de los medios digitales, y que sepamos aprovecharlos en beneficio del estudio de la literatura. No es tanto una introducción al paradigma de los estudios literarios digitales, si no una introducción a la praxis de los estudios literarios digitales.
En mi caso, los tres aprendizajes más fructíferos de esta clase han sido conocer herramientas para crear constelaciones literarias o académicas; conocer recursos web como Ciberia Project, que puede ser bastante útil para emplear en la docencia; y finalmente, la pequeña conversación que se creo en torno a la metáfora del Trickster.
Finalmente, cabe resaltar que como toda “novedad”, las humanidades digitales también van a ser objeto de numerosas críticas, a favor y en contra. Para completar la información recibida en clase y tener una visión desde los defensores y desde los detractores de las mismas, podemos echar un vistazo a los siguientes artículos:
-De lado de los detractores podríamos citar El pensar humanístico frente a las “humanidades digitales” (2016), de Nicanor Ursua, donde admite no oponerse del todo, pero tampoco se muestra abierto a todas las posibilidades de las humanidades digitales.
-De lado de los defensores podemos tomar La evaluación de herramientas como modo de aprendizaje e introducción de las Humanidades Digitales en el aula universitaria. La experiencia docente “Poesía distante” (2019) de Clara Martínez Cantón y Pablo Ruiz Fabo, donde además de estar a favor de las humanidades digitales en el aula, nos ofrecen un ejemplo de ello.
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